3 de enero de 2024

La vida sexual promiscua trae consecuencias?

 


Hay personas que temen comprometerse y asumir responsabilidades, por inmadurez, inseguridad o una trayectoria de carencias afectivas que les conduce a hacer del amor un deporte y practicar el sexo como quien sale a hacer senderismo, desconociendo la naturaleza de nuestro cerebro y sin las mínimas nociones de anatomía y epigenética.


Según la Organización Mundial de la Salud la promiscuidad se da cuando alguien mantiene relaciones sexuales con más de dos personas en un periodo inferior a 6 meses. Es importante señalar que se trata de una definición aproximada, dado que estamos hablando de un fenómeno que no se tolera igualmente en todas las culturas, y que además obedece a otras variables como la edad y el sexo del practicante. Por otro lado, dentro de cada país existen distintos subgrupos cuyos valores pueden diferir de los valores generalmente aceptados por la nación.


Todo esto ha dificultado la formulación de una definición exacta del libertinaje, pero lo que sí sabemos con total certeza es que los encuentros sexuales esporádicos con diferentes personas, con frecuencia, son causa de embarazos no planificados y de contagio con graves enfermedades de transmisión sexual (ETS). Y lógicamente, una de las principales causas de la promiscuidad radica en la ignorancia derivada de la falta de información acerca de los riesgos que trae. Por ello la educación sexual resulta una medida imprescindible para disminuir la probabilidad de esos comportamientos.


Dicho esto, parece obvio que la ausencia de comunicación dentro del seno familiar, junto con la falta de afecto y atención parental, sea uno de los principales factores de riesgo para el libertinaje. La represión de los impulsos sexuales, el déficit de autoestima, el deseo de ganarse la aprobación de determinadas personas y la percepción del sexo como algo que nos hace ¨guay¨, también pueden propiciar la promiscuidad. Y no vamos a pasar por alto la influencia de los programas de televisión o películas que incitan una diversidad sexual desmesurada.


Esta actitud sexual con frecuencia aparece en personas que tienen baja autoestima o dificultades a la hora de establecer relaciones profundas. Pero además, la promiscuidad puede observarse dentro de algunos cuadros clínicos como el trastorno narcisista y el trastorno límite de personalidad o la fase maniaca del trastorno bipolar. También es habitual en víctimas de abusos sexuales en la infancia donde la persona acaba percibiendo el sexo como una forma de expresar afecto o se auto convence que es lo único valioso que puede ofrecer.

Aparte de sorpresas desagradables como el embarazo no deseado o las ETS, la promiscuidad suele tener importantes secuelas psicológicas. Dado que se trata de conductas rechazadas por gran parte de la sociedad, el aislamiento y la soledad son algunas de las consecuencias más habituales. Por otro lado, el impacto negativo en la autoestima facilita la aparición de sentimientos de tristeza, ira, culpa, vergüenza o ansiedad. En definitiva, la promiscuidad con frecuencia conlleva una pérdida de respeto por uno mismo y suele ser incompatible con el bienestar emocional y físico.

En nuestro cerebro, a diferencia del animal (paleocortiano), predomina el neo córtex, donde este último controla las emociones y las capacidades cognitivas, la autoreflexión, la resolución de problemas, la habilidad de escoger el comportamiento adecuado, el razonamiento, el pensamiento abstracto, el afecto, el apego y la lógica. Se trata del área del cerebro que permite todas las funciones mentales superiores. El yo.


El animal (que sólo tiene paleo córtex) es promiscuo, sí, y en tanto en cuando un ser humano se comporte de un modo paralelo o similar al animal será más paleocortiano y menos persona.

La realidad es que no estamos preparados para intercambios íntimos gratuitos y superficiales por lo que tener relaciones con cualquiera nos devolverá numerosas secuelas psicológicas: desorganización, baja autoestima, estrés, ira, culpa, vergüenza, ansiedad, tristeza… porque, a diferencia de otras especies, los seres humanos no actuamos por instinto exclusivamente, tenemos conciencia, memoria y fondo.

Entre las enfermedades asociadas a estas prácticas tan habituales y normalizadas hoy, podríamos citar el SIDA, las hepatitis B y C, el virus del papiloma humano (VPH), la prostatitis, el cáncer de próstata, la gonorrea, las verrugas genitales y diversas infecciones, además de embarazos no deseados (y abortos) …

La promiscuidad es incompatible con el bienestar emocional y físico, donde el Hombre resultará desorientado, con un “yo” todavía más difuso, sin saber quién es, ni a dónde va.

Lo que realmente funciona en nuestro caso no es dejar actuar al sexo ciegamente, sino controlarlo y mezclarlo con ternura: el amor de pareja, el sentimiento de pertenencia, generar un vínculo.


Fuente:

https://www.google.com/amp/s/www.psychologytoday.com/es/blog/que-motiva-la-promiscuidad-sexual%3famp

Marks, Michael; Fraley, R. (2005). «The Sexual Double Standard: Fact or Fiction?». Sex Roles 52 (3–4): 175-186. doi:10.1007/s11199-005-1293-5.

https://esferapsicologosmadrid.com/blog/promiscuidad-causas-y-consecuencias/

 Pepa, Marcos (4 de septiembre de 2015). «Promiscuidad». Harpersbazaar.com. Harper's Bazaar. Consultado el 22 de junio de 2021.

 «The myth of monogamy : fidelity and infidelity in animals and people : Barash, David P : Free Download, Borrow, and Streaming». Internet Archive (en inglés). Consultado el 19 de agosto de 2020.

 Sánchez, Rocío (5 de mayo de 2005). «Promiscuidad el falso dilema». La Jornada (suplemento Letra S) (Suplemento Letra S: Demos). Consultado 

el 28 de agosto de 2015.